jueves, 27 de marzo de 2008

Connerie

Mes tendres morceaux d'étoile se découvrent dans ces lieux de richesse interne.
La nage mutilée dans ce drap de velours noir incrusté de verres d'argent qui percent et qui cassent dans le silence outragé et universel devient l'angoisse profonde des parts divergentes d'une réalité certaine.

Recuerdo

suena el concierto de Mozart y cae nieve sobre Praga. los copos bailan en el aire histórico y me saluda la calma calculada de un clima turbio con café.
pienso con ojos llenos de blanco.
existen mañanas europeas que solo en europa te quieren mecer.

Diluido

estás diluido en el tiempo
como la pausa de un invierno. 
caminas diluído en mi tiempo que rescato con notas y reconozco en las aceras  y en los cambios de cielo. cres concepto: diluido el tesoro.
péndulo arbitrario. luz acompasada que espera, diluida, en invierno.

Macagua

se me agotan los párpados,
llenos del vacío del alma nocturna.
cristales punzantes mi coraza.
mis ojos se hunden en metales celestes
y en un metal más acuoso del pecho,
que se arrastra por el esófago
irritado por arpones.

respiro tan hondo que el aire no entra.
la conciencia se apaga y enciende intermitente
en el recuerdo del aula, del camino, de la mano recia.
he llegado y quiero volver.
el ladrido me desgarra lo punzante,
se cierra de golpe una puerta,
y el cosquilleo del gallo anclado en la bandera
ondea en el espejo de la plata fijada.
me hundí en el cielo demasiadas horas.

me aspiró el abismo, me encerré en la estrella.
si lloro serán astros lo que caigan,
si grito será nada lo que oiga.
si te espero una hora más serás la sombra
hecha silueta. la gran araña oscura.
el planeta muerto, que no existe.

Cuba

Cuba tiene garras amarillas por ancla, de un cobre sangriento. La base estable de sus tierras (húmedas y ocres) los brazos embalsamados de piratas atroces que levitan en sus fondos, bajo la costra terrestre, junto a profundos cofres de oros pulidos y brutos. La superficie, un dibujo pesado: palmeras recortan su cielo estático y tuerto y lamen sus gritos de santeras desnudas.
El llanto acallado penetra vacilante la música, compases sudorosos que devastan las calles y besan sus suelos, pieles rociadas de lluvia sucia, de horas lánguidas, se buscan crueles - humanas - bajo los soles más recios.
Cuba las titánicas lunas guardianas de bailes y chorros de plata.

Canción por encargo

en la distancia tu retractada piel
se despliega desgarrada en un mensaje
pa sacudirme las venas desde lejos.
desplomáronse del alma las barreras
y mirada escandalosa te imagino,
sacralizada tu impalpable anatomía
y pertinente tu olor me anda cercando
en el mental baile de tus nalgas
que entreabe inconscientes estos labios.
profundas inhalo esencias de tu sexo
recreando el sacudido de tus húmedas bocas.
te lamí los cuerpos el tiempo de un viento.

La piel negra

la piel negra se dejaba ver caminando sobre un suelo de mármol, contorsionado su mirar al compás lascivo de sus miembros.
satinado, exigía.

podía llorar lágrimas rescatadas de su infancia, de golpe opaco su iris rojizo. entonces su corazón le instaba a otras ansias, y pedía disculpas por ser espejo tan simple. luego, regresaba a la piel endiablada.

corría descalzo en la lluvia torrencial protegiendo un cajón gitano del agua, y bajo el ventilador polvoriento sudaba uno a uno sus miedos dentro del cuerpo que abrazaba.

pero la piel negra no recuerda.
si yo me hubiese caído entonces, la piel se hubiese derrumbado.


difuminada tu figura en las palmeras y su niebla (eres recuerdo de tormentas eléctricas), te sé, piel negra, envuelta en el barro de una selva.

y los árboles fríos del bosque soy yo.
pasión de la envoltura blanca: nuestras vidas, antagónicas, se encontraron en la sencillez de un querer nuestro. fuimos la hamaca desde donde mirar viento, naranjales que filtraran sol y días libres con girasoles en el pomo de plástico. también siestas en la guagua decaída, sonrisas cómplices de una habana pulcra y sus mañanas en la altura, mirando el malecón.
fuimos cervezas de la plaza y peliculas a oscuras, dos encuentros en pasillos y tu espera en aeropuerto.

crecer dolía: construímos palabras a que aferrarnos - nuestras.
tú las del no-comandante. yo las del no-retorno.
luego la brecha: de pronto mi estómago sangrante, mi caída en tu puerta (tú llorabas conmigo), vomitar el corazón en un rincón de aquél cuarto, y tú dormías en el suelo, avergonzado, y yo escuchaba tu silencio, rota, y mis costillas salientes y tu pelo rapado.
siguieron lloviendo las palmeras derramando su verde senil.
tú seguías corriendo porque ya no escuchabas.

ahora escuchas, pero ya no hay voz. reaprendes a amar y te contorsionas en lo ajeno, y a veces lloras a escondidas entre aquellos naranjales que se secaron al no ver más a mi perra.

una luz cegadora, un disparo de nieve - te dije.
y de eso sí te acuerdas.